Con discreción y sin muchos aspavientos. Así intenta resolver el gobierno de Colombia el último enfrentamiento entre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el expresidente colombiano Álvaro Uribe, a quien el mandatario venezolano acusó de estar detrás de un intento para asesinarlo.
Según medios locales, este lunes por la noche la canciller María Ángela Holguín se reunió con el embajador de Venezuela en Colombia, Iván Rincón, para expresar la "inconformidad" de su gobierno con las declaraciones de Maduro, quien también calificó de "mafioso" al exmandatario colombiano.
Pero la reunión – de la que, hasta el momento, nada ha dicho la cancillería – está muy lejos de la nota de protesta reclamada por varios de los que piensan que el gobierno de Juan Manuel Santos debería hacer más por defender el honor de su antecesor en el cargo.
"El señor presidente de la República, representante de la dignidad nacional, (…) debe romper el silencio que ya raya en la complacencia ante esta grave sindicación a quien ha ostentado la más alta dignidad de la Nación", había pedido, por ejemplo, a través de una carta, el expresidente Andrés Pastrana.
Pero, según analistas, el rol que juega Venezuela en las conversaciones de paz con la guerrilla de las FARC siempre iba a condicionar la respuesta del mandatario.
"Es que el santuario por excelencia de las FARC ya no es La Habana, es Venezuela. Y si Colombia afecta la relación con Venezuela (los guerrilleros de las FARC) se van a sentir inseguros y eso puede afectar todo el proceso (de paz)", le dijo a BBC Mundo Jairo Libreros, profesor de seguridad y relaciones internacionales de la Universidad Externado de Bogotá.
"Y mientras eso pase, por nada del mundo el presidente Santos se va a pelear con Maduro", aseguró.
Situación incómoda
La situación, sin embargo, no deja de ser incómoda para el actual presidente colombiano.
Una respuesta "mesurada"
En Colombia algunos sectores todavía le reclaman a Santos el haber asistido a la toma de posesión de Maduro cuando aún no se completaba el recuento de votos exigido por la oposición.
Y cuando parecía que esa tormenta ya estaba amainando, las acusaciones de su homólogo venezolano volvieron a poner su manejo de las relaciones entre los dos países en el ojo del huracán.
"El silencio del presidente Santos no es sólo frente a los ataques que comprometen la vida y la integridad de Álvaro Uribe y de los líderes del uribismo en Colombia, sino también frente a los ataques violentos en contra de la oposición venezolana", le dijo por ejemplo a BBC Mundo Rafael Guarín, un analista cercano al movimiento Puro Centro Democrático, liderado por Uribe.
"Y eso va en contra de las obligaciones que Colombia ha adquirido como Estado, por ejemplo en el marco de la Carta Democrática Iberoamericana", aseguró.
Para Guarín, esto viene a probar que Santos terminó convirtiéndose en rehén de una política exterior puesta al servicio casi exclusivo del proceso de paz (al que se opone el movimiento del que hace parte Guarín).
Mientras que, para el expresidente Pastrana, el rehén podría terminar siendo el proceso de paz colombiano.
"De no pronunciarse el gobierno oportunamente, se corre el riesgo de que el proceso de paz, construido sobre el aval del señor Maduro, quede como rehén en sus manos y Colombia expuesta a indignidades y agresiones como las que hoy admite en silencio el señor presidente", se lee en la carta enviada por el exmandatario.
Canales diplomáticos
Las autoridades colombianas, sin embargo, han defendido el manejo dado al tema como un ejemplo de buena diplomacia.
"La dignidad de los expresidentes se defiende mejor, no a gritos ni con insultos públicos, sino por los canales diplomáticos correspondientes", escribió el propio presidente Santos en su cuenta de Twitter, luego de que se hiciera pública la carta de Pastrana.
Y todo parece indicar que las presiones del uribismo difícilmente lograrán hacer cambiar de curso las actuales relaciones con Caracas.
Para Guarín, esto también se explica porque hay "una coincidencia de intereses entre el presidente Santos y Nicolás Maduro de hacer lo que sea para frenar a Álvaro Uribe, a quien consideran un obstáculo para sus propuestas políticas".
"De hecho, nada nos indica que efectivamente el gobierno, a través de la canciller, haya reclamado al gobierno del presidente Nicolás Maduro que cese los ataques contra Álvaro Uribe y contra el uribismo", le dijo Guarín a BBC Mundo.
Pero Libreros no dudó en calificar el uso que ciertos sectores del uribismo está intentando hacer de las acusaciones de Maduro y del manejo del tema por parte del gobierno como "oportunista".
Curiosamente, ese también fue el adjetivo empleado para explicar las acusaciones del actual mandatario venezolano en contra de Uribe, un viejo y conocido rival del expresidente Hugo Chávez.
"La fricción entre Uribe y Chávez tenía trasfondos temáticos, ideológicos, de frontera, de ambiciones históricas, pero lo que Maduro busca con esta disputa es retomar la conducción de la agenda política" le dijo Libreros a BBC Mundo.
"Es el propio gobierno de Venezuela el que termina por poner en aprietos al gobierno de Juan Manuel Santos. Y lo hace por una cuestión de oportunismo político de Maduro", aseguró.
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