¿Eres estadounidense y piensas en despedirte del Tío Sam? No tan rápido. Renunciar a la ciudadanía estadounidense no sale barato, y puede dar lugar a enormes facturas de impuestos durante las próximas décadas.
Una cifra récord de 3.000 estadounidenses optaron por renunciar a sus pasaportes el año pasado, impulsados en parte por las nuevas normas que han convertido la tarea de preparar tus formularios para impuestos en un gigantesco dolor de cabeza para los 7,6 millones de expatriados estadounidenses a los que les requieren presentar declaraciones mientras viven en el extranjero.
Pero tal y como lo viven más estadounidenses, abandonar Estados Unidos puede ser un asunto costoso. A principios de este año, el gobierno aumentó la cuota de renuncia a 2.350 dólares, más de cuatro veces lo que solía costar.
Además de eso, algunos ciudadanos estadounidenses reciben una bofetada con una gigantesca factura de "impuesto de salida" –a veces de millones de dólares– cuando renuncian.
Solo el aumento de la cuota de renuncia "es lo suficientemente frustrante para la pequeña anciana maestra de escuela que vive al final de la calle", dijo Chris McLemore, abogado senior en Butler Snow. "Pero si hay alguien en la tierra de los impuestos de salida, obviamente es un proceso mucho más costoso".
El dolor de pagar impuestos puede durar años, y algunos antiguos estadounidenses se encuentran agarrados a ese gancho, con pagos adicionales que deben realizar durante décadas después de haber renunciado.
"Esto es lo que realmente perturba a todo el mundo –que vas a ir a la embajada de Estados Unidos, vas a hacer un juramento de renuncia, vas a devolver tu pasaporte y, sin embargo, en algunos casos, desde una perspectiva fiscal, nunca podrás ser libre", dijo McLemore. "Al mismo tiempo, has renunciado a todos tus derechos legales como ciudadano".
Los más altos perceptores de ingresos, o aquellos con 2 millones o más en activos globales –sueldos, viviendas, ahorros para jubilación, obras de arte, joyas y acciones, todo cuenta– pagan impuestos sobre el valor actual del mercado del total de sus propiedades, como si las acabaran de vender.
"Pagarás impuestos inmediatos, lo que efectivamente, es el precio de tu salida", dijo McLemore. Pocos individuos ricos están exentos y pagarle a un profesional para descubrir la solución puede costar miles.
Tomemos por ejemplo al cofundador de Facebook, Eduardo Saverin, quien fue criticado por renunciar y trasladarse a Singapur antes de la masiva Oferta Pública Inicial de Facebook en 2012. Saverin estuvo en el gancho por impuestos sobre ganancias integradas a sus acciones de la compañía y cualquier otro activo que pudiera haber sido de su propiedad, dijo Summer LePree, un abogado que trabaja con Bilzin Sumberg.
"Estoy obligado a pagar y pagaré cientos de millones de dólares en impuestos al gobierno de Estados Unidos", dijo Saverin en un comunicado en el momento. "He pagado y continuaré pagando cualquier impuesto adeudado sobre todo lo que gané mientras fui ciudadano de Estados Unidos".
Ninguna inversión es segura: un estadounidense puede pagar impuestos sobre el valor completo de sus planes de pensión y jubilación, aun si esos fondos no son desembolsados durante años, dijo Dianne Mehany de Caplin & Drysdale.
En ciertos casos, los bienes sujetos al impuesto de salida de nuevo podrían gravarse después de la muerte del propietario –si son heredados por ciudadanos estadounidenses, por ejemplo.
Para muchos estadounidenses, la decisión de renunciar es una apuesta que podría terminar costando mucho más que quedarse, dijo McLemore.
"Estás desencadenando un impuesto ahora, sin que en realidad recibas las ganancias", dijo. "Esta es la razón por la que las personas expuestas al impuesto de salida real tienen que pensar largo y tendido si no es mejor conservar su pasaporte azul".
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