La neozelandesa perdió el sentido de la visión a los 11 años luego de que le extrajeran un tumor cerebral que le presionaba el nervio óptico. Sin embargo, el 15 de noviembre del 2000 su historia cambió.
Mientras buscaba a su perra Ami para darle un beso de buenas noches, Reed se golpeó fuertemente la cabeza con una mesa. La mujer se quejó e intentó aliviar un poco el dolor descansando un poco.
Al día siguiente, cuando la mujer despertó notó algo extraño. Tras permanecer un momento desconcertada, Reed se dio cuenta que había recuperado parcialmente la visión.
"Realmente no puedo describir lo que sentí. Fue fantástico, maravilloso. No se puede imaginar lo que significa no poder ver y luego, de repente, poder. Es un regalo ver el mundo nuevamente", indicó a un medio australiano.
La historia de Reed fue dada a conocer en medio de la conmemoración de la Semana de la Ceguera en Nueva Zelanda, que se realiza entre el 29 de octubre y el 3 de noviembre.
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