NUEVA YORK._ Aunque varios testigos, incluyendo a su esposa puertorriqueña, lo identificaron en la investigación como dominicano, Rafael Jiménez, quien lleva 21 años preso, alegando inocencia por "confusión", asegura que es boricua y que está en la cárcel injustamente, porque los jurados no quisieron escuchar el testimonio acerca de la diferencia en el lenguaje vulgar usado por dominicanos y puertorriqueños.
Parece, que el caso de Jiménez, se enreda en una maraña étnica, que el sistema judicial de Estados Unidos, quizás no entienda.
Fue declarado culpable de asesinato en primer grado, por lo que se le condenó a 25 años a cadena perpetua, por la muerte de Michael Brana, el 25 de junio de 1992.
El crimen fue cometido a dos cuadras del viejo estadio de los Yankees de Nuevas York, en la avenida River y la calle 161 en El Bronx.
Una abogada de la organización no lucrativa "Iniciativa por la Libertad", Rebecca Freedman, está pidiendo al juez anular el veredicto original y hacer un nuevo juicio.
Los documentos de la corte, revelan que en el momento del asesinato, el homicida, profirió palabras soeces e insultos, característicos de los dominicanos y no de los boricuas, como "mama…", una de las frases que le gritó el asesino a la víctima, antes de dispararle.
La abogada dice que en vez de esa palabra soez, los boricuas usan "cabrón", que es un insulto equivalente.
Pero testimonios del superintendente puertorriqueño del edificio, frente al cual ocurrió el homicidio, dijeron que el matón era "dominicano" por las palabras insultantes que usó.
Luego se retractó, explicando que si hubiera sabido que Jiménez, no era dominicano, jamás lo habría incriminado. "El señor Jiménez, no es el asesino", sostiene el superintendente. "Nosotros, los puertorriqueños, usamos la palabra cabrón y los dominicanos no", añadió el administrador del edificio.
"Hago esta declaración, porque creo que testifiqué contra un hombre inocente", dijo el superintendente en una nueva declaración jurada.
Relató que en repetidas veces, le mintió a los investigadores de la policía, diciéndoles que el presunto asesino era un "dominicano". Insistió en que "nunca hubiera identificado a Jiménez en el juicio si hubiese sabido que él no era dominicano".
El detective a cargo del caso, también es acusado de tergiversar las evidencias, porque creía que Jiménez, era "dominicano".
Carmen Velásquez, esposa boricua de Jiménez, también le dijo a la policía que su marido es "dominicano". La defensa del reo dice que la mujer no vio a Jiménez disparándole a la víctima, "sino a un misterioso dominicano".
Jiménez, tenía 17 años en el momento en que el tirador mató a Brana y estaba en libertad condicional por posesión de drogas, un delito menor.
Está recluido en una cárcel estatal en el suburbio rural de Poughkeepsie y arguye que "un puertorriqueño, nunca usa la palabra ofensiva mama…" para insultar a otros.
"Soy inocente, yo no soy un asesino. No soy la persona que creen que soy ni la que me dijeron que era", dijo Jiménez desde la cárcel.
"Es indescriptible, como a uno le arrebatan injustamente un tercio de la vida", agregó el recluso.
La Oficina del Fiscal del Distrito de El Bronx, dijo que se hará una revisión completa del caso de Jiménez.
El condenado, sometió dos apelaciones en 1996 y el 2001, pero en ninguna, alegó la diferencia étnica en el uso de palabras soeces entre boricuas y dominicanos.
El preso tiene ahora 39 años de edad.
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