Existen relaciones que más allá de producir bienestar, generan sentimientos negativos y eso hace que sea el vínculo sea un letargo del que deberíamos alejar y no dejar que se extendiera por mucho tiempo.
Hay situaciones de conflicto en toda relación humana que se pueden resolver, pero en algunas oportunidades los problemas son una constante que nos perturba. Por esa razón la psicóloga clínica estadounidense, Jill P. Weber autora del libro “Tener relaciones sexuales, Querer intimidad. Por qué las mujeres se conforme con una relación unilateral”, describe las señales que te permitirán identificar si una relación no debe tener futuro.
Si la relación te enloquece, lee las siguientes claves que te permitirán identificar si vale la pena que sigas intentando que funcione:
Las cinco señales inequívocos de que tienes una relación de la que debes escapar
1. Te cuestionas constantemente y, cada vez que estás enfadado con tu pareja, dudas de ti mismo: “Quizás estoy reaccionando desproporcionadamente, a lo mejor soy muy susceptible”
2. Te ves continuamente excusando y justificando a tu pareja frente a tu familia y amigos o peor aún tratando de engañarte a ti misma, por su comportamiento molesto, pobre o apático.
3. Te apartas de tus propios sentimientos y los menosprecias: “Déjalo estar, no es para tanto, no seas dramático”.
4. Hay un continuo enfado y una constante ansiedad que nunca se esfuma cuando discutes con tu pareja.
5. Siempre estás intentando arreglar cosas de la relación. Trabajas de más para complacer al otro o para hacer las cosas bien. Te sientes culpable y casi todas tus acciones pretenden compensar o remediar algo.
Para salir de la relación no es necesario solo distanciarte de esa persona, sino que debes asumir un proceso completo para curar “insana dinámica emocional”.
1. Deja de concentrar toda tu energía en tu pareja y redirige tus propios pensamientos a ti mismo.
2. Permítete un poco de tiempo cada día para estar en soledad y considerar todo lo que has hecho para complacer de manera irracional a tu pareja.
3. Desarrolla una consciencia de tus emociones y de tus pensamientos que te haga ver lúcidamente tu discurso interno. No debes dudar de ti mismo.
4. Según te vayas haciendo más consciente de tus impresiones, comunica lo que sientes a los demás tal y como es, sin reservas ni deformaciones.
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