¿Se puede vivir desconectado? El periodista del sitio especializado de tecnología de The Verge Paul Miller se animó y se sometió a este desafío difícil por un año. Según contó en su blog, dejó de estar online porque pensaba que se estaba transformando en una persona improductiva, impaciente y que estaba "corrompiendo" su alma. Con esta idea, buscaba ser más "real". Con 26 años, confesó que había sido consumidor compulsivo de
internet desde que tenía 12 años. También buscaba "descubrir lo que internet había hecho" de él durante estos años.
internet desde que tenía 12 años. También buscaba "descubrir lo que internet había hecho" de él durante estos años.
"Puedo decirles que un amigo de Facebook es mejor que nada", sentenció Miller después de un año offline. Apagó su router, cambió su smartphone por un celular básico y se sintió libre. Dos semanas más tarde, empezó a participar de actividades que su hiperconexión nunca le hubiese permitido. Aseguró que su vida se "llenó de acontecimientos", como "encuentros con personas en la vida real y aseos".
Confesó que se sentía un poco solo y "bastante aburrido". No obstante, "la ausencia de estímulos constantes" lo ayudó a concentrarse "en las cosas que realmente importan, como escribir y pasar tiempo con los demás".
"Me di cuenta de que estaba más al tanto de los demás en este momento", afirmó. En mayo de 2013, volvió al mundo online.
"Es posible que pierda el tiempo, que me distraiga o que haga clic en sitios inadecuados, y seguramente no tendré tiempo de escribir la gran novela de ciencia ficción americana. Pero al menos estaré conectado", concluyó.
La licenciada Diana de Litvinoff, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explicó que estar conectados "no es el problema, pero lo es cuando el uso de una red social como Facebook" se convierte en un fin -no en un medio de comunicación- en sí mismo que altera las relaciones interpersonales".
"Si te vas de vacaciones y estás pensado en la foto que vas a publicar en Facebook, en vez de vivir el momento", ejemplifica Litvinoff , autora del libro El sujeto escondido en la realidad.
Es incuestionable que nuestra vida es más fácil gracias a la tecnología, pero también tiene su lado perjudicial.
La adicción a las redes sociales y a los dispositivos electrónicos es real y está siendo reconocida por profesionales de la salud mental. Usuarios de todo el mundo sufren de nuevos males causados por internet.
Meses atrás, fue furor el corto I forgot my phone (Olvidé mi teléfono) que muestra un día de una chica que está sin celular y descubre que su círculo íntimo vive pendiente de su teléfono.
En distintas situaciones, se refleja esta obsesión por los dispositivos. Los usuarios no paran de sacar fotos, grabar videos, chatear o mandar mensajes en momentos como un cumpleaños o en un recital.
El corto, escrito y protagonizado por Charlene de Guzman, señala que las nuevas tecnologías nos permiten "estar siempre conectados", pero al mismo tiempo "nos aíslan".
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