Nueva York — Pese a que los populares letreros de "No se da crédito" se mantienen a la vista de la clientela, la realidad es que vender "fiado" es una práctica cada vez más frecuente en esta época de escasez económica.
En las últimas semanas, el fiado se incremento en un 25% y se espera una crecida en los próximos meses, destacó José Fernández, presidente de la Federación de Bodegueros.
"No es un práctica nueva, pero en definitiva se registró un dramático aumento del crédito, especialmente luego del recorte al Programa de Asistencia de Suplemento Nutricional (SNAP)" desde el primero de noviembre, comentó Fernández.
El clásico "me lo apuntas en la cuenta" es una estrategia de la que echan mano los bodegueros para conservar a sus clientes habituales. "Se fía sólo a los clientes conocidos y se empieza con poco producto, como una libra de jitomate o un galón de leche", explicó Izy Alí, dueño de la bodega Gourmet Deli en la avenida Burnside de El Bronx.
Los clientes que cumplen con el pago semanal logran la confianza del bodeguero, lo que les garantiza una mayor cantidad de productos en crédito, pero sin superar un límite que varía entre $50 y $100.
Alí, quién estableció su negocio hace cinco años en el vecindario Morris Heights, destacó que el 80% de sus clientes son latinos, a quienes da fiado alimentos de primera necesidad y hasta escucha pacientemente sus penas económicas.
"Los ancianos y madres solteras son quienes más necesitan del fiado. Es una práctica obligada para sobrevivir al alto coste de vida", indicó el bodeguero.
El puertorriqueño Ángel Caballero, presidente del Centro Comunitario Davidson, recurre al fiado en la bodega de Alí, para complementar los refrigerios que ofrece a los niños del programa después de la escuela.
"El crédito en pequeños negocios salva del hambre a las familias necesitadas. Los recortes en asistencia social obligaron a individuos y organizaciones a echar mano de este recurso", destacó Caballero, con más de tres décadas de trabajo comunitario en el vecindario.
El centro ofrece semanalmente desayuno, comida y cena a 100 residentes del barrio. La entrega de cupones implica un drama para los beneficiados, pues la larga fila en mucho supera las raciones donadas por el Banco de Alimentos.
"Las personas esperan desde la cinco de la madrugada por un cupón y en promedio unas 80 personas se quedan con las manos vacías, porque la comida no alcanza", explicó. "La frustración se manifiesta en enojo. Las familias ya no suplican por ayuda, ahora la demandan".
Caballero dijo que el corte al SNAP provocó un "tsunami del fiado" en las bodegas de El Bronx.
"Sin suficiente alimento en los comedores comunitarios, la gente recurre a las bodegas apelando la bondad del bodeguero", enfatizó.
Es el caso de la dominicana Julia Nazario, de 67 años, quien recurre al crédito en una bodega cercana a su edificio, en la avenida Jerome. "
Si no alcanzo comida en el centro, voy donde el bodeguero. Ya sabe que le pago cuando llega el cheque del retiro", dijo Nazario. Fernández, de la Federación de Bodegueros, que congrega a 8,500 de estos negocios, la mayoría latinos, indicó que el fiado tuvo un mayor incremento en los vecindarios del sur de El Bronx, Inwood y Washigton Heights, Los Sures y Jackson Heights. Los alimentos de la canasta básica, los cigarrillos y las tarjetas telefónicas son los productos más usuales en el fiado.
"Los clientes no van a las tiendas, llaman desde sus departamentos y piden a cuenta lo que necesitan. El bodeguero lleva un registro en un libretita, como en nuestros países", apuntó. "Muchos piden por teléfono el número clave (PIN) de la tarjeta telefónica, acumulando hasta $25 en la cuenta".
Fernández explicó que la práctica no representa riesgo de pérdida para los pequeños negocios.
"Todos se conocen en el vecindario y la deuda se toma en serio. El crédito no supera los $100, haciendo más fácil el pago", dijo. "En general, el bodeguero fía a su comunidad. Por ejemplo, el bodeguero asiático da crédito sólo a los clientes asiáticos, al igual que el latino".
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