Probablemente nadie del Cibao logró llegar a la juventud sin anidar en su interior el terror que sus mayores le infundieron sobre la “Casa Embrujada” de la autopista Duarte, “donde los más valientes que intentaron dormir alguna vez amanecieron tirados, y sin explicación, en medio de la carretera”. En campos, como Tireo, Constanza, donde el servicio de electricidad tardó en llegar hasta 1987, los ancianos dejaban en vilo las noches frías de los pequeños con diversas historias de terror sobre la vivienda de leyenda.
Pero a la casa, localizada en un pequeño alto de la autopista, mirando hacia el valle de La Vega, parece que le llegó el fin de su misterio. Decenas de niños de los barrios más cercanos se acercan y entran a la vivienda en los últimos días, inspirados en la curiosidad de encontrarse de frente con algún fantasma u otra experiencia de carácter extrasensorial.
La mayoría se mofa del supuesto misterio y algunos conductores se empiezan a detener en la autopista para saltar la cerca de alambre y llegar hasta la vivienda, ubicada al pie de un gran árbol. No falta quien asegure que “una vez a la casa le echaron gasolina y le prendieron fuego, pero se quedó igualita”. Un motorista agrega: “Ahí vivió una familia, pero ahora no se sabe nada de ella”.
Las personas se interesaron en el lugar por la película La casa del kilómetro 5, dirigida por Omar Javier, cuyo equipo de producción se empeña en realizar una promoción de la cinta que recuerda -salvando siempre las diferencias- la escalofriante cinta El proyecto de la Bruja de Blair, de Daniel Myrick.
Darisho Martínez, actor del filme y director de Marketing y Publicidad de la película, asegura: “No Papa, no es un mecanismo de promoción. Tenemos todos los vídeos crudos como pruebas en donde salen rostros, fantasmas, caras...”
“La señora que hace el papel de vidente duró siete días en estado de coma y a los ocho días se mejoró”, dice. “Yo, estuve tres días grave, vomitando, con mareo y fiebre y los médicos no me encontraban nada…”, insiste. “La luz se nos apagó en los primeros días de las grabaciones y en los inicios no salió nada de lo que grabamos”.
Martínez cuenta que un 70% de la filmación se hizo dentro de la casa. “Grabamos un año y cuatro meses y en la casa casi ocho meses… Empezábamos a las seis de la tarde y terminábamos a las dos y diez minutos de la madrugada y sentíamos cosas extrañas, gente gritando, nos tocaban los cuerpos diciéndonos que los dejen ir…”
Sin embargo, existe un detalle que no tiene claro el director de Marketing: Cómo lograron los permisos para rodar en la vieja vivienda. “La casa prácticamente pertenece al Grupo Barceló y la tienen como patrimonio cultural”, supone.
En un intento por contactar a los propietarios de la vivienda elCaribe se comunicó vía telefónica con la Inmobiliaria Gamundi, de La Vega, pero un ejecutivo se limitó a comentar: “No autorizamos a nadie a filmar en esa casa. Los que hicieron la película podrían ser demandados”.
Familia la habitó en los años 90
Bienvenido Acosta y su esposa Mercedes Florentino habitaron la casa durante varios años, a partir de 1995, según una historia publicada por Ruddy Germán Pérez en el desaparecido vespertino La Nación, el 3 de enero de 1999. En esa ocasión, Florentino explicó que la casa pertenecía a Bartolo Gamundi (Bartolito), quien le permitió vivir allí con su esposo, tres hijas y cuatro nietos. La señora aseguraba que vivía allí, “sin que hasta la fecha me haya salido ningún muerto como decía la gente ni haya pasado nada anormal”.
Leyendas
Sobre la casa se tejen historias, incluyendo la de que la habitó un hombre que vendió su alma al “Diablo” y luego se suicidó.
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