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miércoles, 24 de octubre de 2012

Profanan en Santiago la iglesia San José


SANTIAGO.   Desconocidos profanaron  la iglesia San José La Mina,  perteneciente a la parroquia San Juan de la Cruz, la madrugada del martes, donde lanzaron el sagrario al inodoro del templo, con el Santísimo Sacramento dentro.
Es la segunda vez que  ese templo es profanado en pocos meses e igual suerte corrió hace algunas semanas un convento localizado en el mismo sector, donde se forman las  monjas.
Según las informaciones dadas por el sacerdote Juan Isidro Matías García, administrador de esa jurisdicción parroquial, los desaprensivos penetraron al templo  rompiendo la persiana del baño.
El párroco dijo que a pesar de la ofensa al santísimo, no se encontraron indicios de robo.
La  acción formó parte de una serie de hechos similares ocurridos en días recientes en iglesias ubicadas en barrios de esta ciudad y otros municipios, en algunas de las cuales los profanadores cargaron con propiedades de los templos religiosos, como equipos de amplificación e imágenes de santos.
Entre los templos religiosos profanados en las últimas semanas están la  de Tamboril y San Antonio de Papua.
También, en los templos localizados en la comunidad El Guano y en el barrio Rafey, donde está la iglesia San Jerónimo. De esos lugares los pillos cargaron con los equipos de amplificación.
Hace algunas semanas la señora Elba Pérez, ministra de la iglesia Santa Mónica, de la urbanización Fernando Valerio fue víctima de un asalto por parte de dos jóvenes que viajaban en una motocicleta, cuando salía del lugar con el propósito de llevar ostias a enfermos de la comunidad.
Según lo establecido por el arzobispo metropolitano de Santiago, monseñor Ramón Benito de La Rosa y Carpio, toda violación del sagrario es considerada como profanación, por lo que se debe dejar de celebrar la eucaristía en el referido templo hasta que se lleve a cabo lo que se conoce como “misa de desagravio”.
En el caso  se tendrá que realizar una novena de reparación con oraciones apropiadas delante del Santísimo Sacramento expuesto en la misma iglesia profanada, pero no se podrá celebrar la eucaristía hasta el décimo día, cuando se realice la referida misa especial.
Cada violación a un templo católico es considerada  por los adeptos de esta religión como una ofensa directa a Dios mismo.

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